Réquiem tecnológico

¿Sabían ustedes que el walkman es objeto de estudio en los libros de música de secundaria? Sí, señores, el clásico reproductor de casetes que en el pasado fue el fiel compañero de todos los que ya sumamos unas décadas forma ahora parte de la historia para los Google Kids [i].

El walkman, el discman, el VHS, el DVD, el Blu-Ray…el cementerio tecnológico está plagado de viejos (y no tan viejos) conocidos. La propia tecnología, en su incesante y natural avance, se cobra sus víctimas de entre las mismas a las que un día dio vida.

Internet se ha revelado como el catalizador de este proceso, acelerándolo hasta límites antaño impensables. Volver la vista atrás es suficiente para observar como la explosión de innovaciones tecnológicas y científicas que marcaron tanto la 1ª como la 2ª Revolución Industrial dio lugar a numerosos inventos, como el teléfono o el telégrafo, así como a descubrimientos científicos cuya vida útil se prolongó en algunos casos, sobre todo en el campo sanitario, durante siglos.

Y es que es ahí, justo en todo aquello en lo que la Red puede intervenir (que hoy por hoy es prácticamente todo), donde el progreso se acelera a pasos agigantados sustituyendo objetos cotidianos, transformando nuestros hábitos, nuestra vida social…la sociedad en sí.

Piense por un momento en qué pasaría si la Red se colapsase y se produjese un apagón. Se trata de una propuesta de Jordi Soler en El País:

 

Regresaríamos de golpe a 1980, a sacar dinero los viernes en la ventanilla del banco, a escribir cartas y a dictar telegramas, a echar mano del plano de papel para encontrar una calle, y a hacer cola en las dependencias del Gobierno para preguntar esas minucias que hoy consultamos cómoda y velozmente en Internet.

 

Lo que la Red se llevó

 

«Queríamos coches voladores, pero tenemos 140 caracteres»
Peter Thiel, cofundador de PayPal.

 

Si en algún campo resulta más que obvio el meteórico avance de la tecnología y los cadáveres que este deja a su paso es en el de la comunicación y, sobre todo,  en el mundo de las redes sociales.

Recientemente decía adiós una de las pioneras en eso de comunicarnos a través de la Red: Windows Live Messenger. Aquella que fue conocida como la “joya de la corona” de Microsoft, ya solo operativa en China desde que a principios de 2013 dejase de funcionar en Europa y América, era absorbida por completo por Skype el pasado 31 de octubre. ¿Ven? El que en su día fue el programa más utilizado del mundo, llegando a sumar 330 millones de usuarios en 2009, reducido a víctima del avance tecnológico.

Y como Messenger y tras él, una larga lista. Si bien fue él quien cambió de raíz el modo de relacionarnos con los demás, fueron las también “difuntas” Fotolog y MySpace quienes mejor se ajustaron al título de “precursoras de las redes sociales”. Orkut de Google o Ping de Apple son otros ejemplos de redes sociales engullidas por el avance tecnológico o quizá, hablando con propiedad, por una falta de visión o de rapidez a la hora de adaptarse a los nuevos tiempos. El que sí que supo cómo hacerlo fue el estudiante con los rizos más famosos de todo Harvard. El nacimiento de Facebook en 2004 marcó un antes y un después y ni tan siquiera aquel “Facebook a la española”,  de nombre Tuenti, que tanto parecía despuntar, pudo hacer frente al gigante de Menlo Park. Allá por 2007, Mark Zuckerberg renovó definitivamente las reglas del juego. Con una página que aunaba lo mejor de cada “red social” (fotos, chat, comentarios, publicidad…) fulminó a todos sus rivales y, desde entonces, con más de 1.500 millones de usuarios registrados es el líder absoluto en lo que a redes sociales respecta, tan solo resentido por el uso de QZone en China, V Kontakte en Rusia, Facenama en Irán y Odnoklassniki en Kirguistán y Uzbequistán.

Sin embargo, a pesar de su hegemonía y atendiendo al pasado, dos grandes preguntas flotan en el aire: ¿Hasta cuándo durará el reinado de Facebook? ¿Quién será el próximo Facebook?

Un reciente estudio todavía no oficial de la Universidad de Princeton (EEUU) asegura, basándose en el ciclo de vida de My Space así como en los últimos muestreos sobre usuarios y redes sociales, que en 2017 Facebook habrá perdido el 80% de sus usuarios actuales. El último informe hecho público por Global Web Index también parece encaminado hacia la misma conclusión. Los resultados de la encuesta, realizada a lo largo de los últimos seis meses a un total de 170.000 personas, apuntan a un estancamiento de la capacidad para generar nuevos usuarios de Facebook, en contraposición con lo que ocurre en el caso de sus competidoras, destacando sobre ellas Tumblr  que registra un crecimiento espectacular.

Tanto el informe de Global Web Index como otros, entre los que podemos señalar el realizado por la compañía Piper Jaffray, coinciden en que los adolescentes comienzan a abandonar la red de Zuckerberg. Gran problema si se piensa que las modas en los jóvenes suelen constituir una auténtica reacción en cadena. Este es el primero de los motivos que explican la “huída”. El segundo es la privacidad, que no goza de gran fama en la red social por antonomasia.

Quizá el propio Zuckerberg sea consciente de todo ello y, del mismo modo que aquel Bill Gates que predijo la muerte de la telefonía fija hace ahora siete años, todas sus acciones, aparentemente ajenas a Facebook, vayan encaminadas hacia un único fin: la pervivencia de la estrella de la compañía.

Las multimillonarias compras de WhatsApp (¡Nada menos que 19.000 millones!) e Instagram, la apuesta por la realidad virtual con Ocolus Rift y el empeño en conectar a las dos terceras partes de la humanidad que aún no tienen acceso a Internet a través de Internet.org son sus piezas clave para ello. Otra adquisición a tener muy en cuenta es la de Atlas, una compañía de anuncios a través de la cual Facebook pretende hacer frente a Google Adwords. El cómo es muy sencillo: aprovechando toda la información que obtienen de los usuarios en su plataforma no solo para gestionar anuncios dentro de la propia red, sino también fuera de ella.

Con una capacidad de segmentación muy superior a la de los de Mountain View, el “marketing basado en personas” de Facebook se convertiría en un más que serio competidor para unas cookies que pierden efectividad en la era de los dispositivos móviles.

¡Vaya!, ¿y si en medio de nuestra preocupación por Facebook nos hemos olvidado de Google? ¿Y  si es él el próximo destronado?

Pueden verlo exagerado, pueden pensar que el monopolio es eterno, pero en Silicon Valley nadie es indispensable. ¡Y si no que se lo pregunten a uno de sus primeros habitantes! HP anunciaba a principios de octubre su escisión en dos compañías, paso clave para la supervivencia del negocio. Bill Hewlett y David Packard fueron allá por los años cuarenta unos de esos primeros genios de garaje que escribieron parte de la historia tecnológica a golpe de innovación con su compañía, Hewlett-Packard Company (HP), una de las primeras residentes de Silicon Valley que busca ahora sobrevivir a la era de las tabletas y los teléfonos inteligentes. Microsoft, IBM y Dell son otros de los gigantes de antaño que no logran adaptarse al nuevo escenario.

 

«Todos sabemos que la tecnología evoluciona pero a la vez envejece. En el arte, a diferencia de la tecnología, no pasa lo mismo porque nadie puede decir que Picasso o Mondrian dejaron de lado a Leonardo, Caravaggio o Boticelli. El arte es lo único que hace permanente al ser humano»
Pérez Celis.

 

“Si no puedes con tu enemigo…”

Parece que la estrategia de Mark Zuckerberg para resistir es la apuesta total por la innovación a cualquier precio. Su juego de tronos particular ha reciclado un clásico del refranero popular: “Si no puedes con tu enemigo…cómpralo”.

El de Zuckerberg no es un caso aislado, otros gigantes tecnológicos y los principales business angels siguen sus pasos. En el extremo opuesto, los Gobiernos, sobre todo en Europa, poniendo trabas al progreso, legislando, prohibiendo. La tasa Google inglesa, el canon AEDE español o la prohibición de Uber en numerosos países son solo algunos ejemplos. No es de extrañar que sea Estados Unidos quien lidere la revolución digital, esa que llaman 3ª, e incluso 4ª Revolución Industrial. El caso de España es aún más extremo, encontrándose a la cola (concretamente en el puesto 38) de la lista que elabora el World Economic Forum sobre la capacidad de los países para aprovechar las oportunidades de la era digital, por detrás de países como Irlanda y Portugal.

El macroeconomista Robert Gordon sostiene que en la actualidad “la productividad a largo plazo depende de la innovación”. Se plantea además si es que esto implica que se nos han acabado las buenas ideas a la vista de que cada pequeña innovación tecnológica que circula por la Red es en realidad, hoy por hoy, el “invento” más preciado y revolucionario. Es decir, que las apps o el nuevo iPhone, por poner algún ejemplo, son lo más cerca que estamos de inventar algo nuevo, de cambiar el curso de las cosas.

Lo certero (o no) del impactante planteamiento de Gordon, lo dejo para su valoración personal. Sin embargo, no puedo evitar reparar en el hecho de que si los pequeños avances tecnológicos son los nuevos inventos…¿negarnos a ellos es casi como habernos negado a aceptar en su momento la electricidad o la rueda?

Sí, reconozco que se trata de una sugerencia desorbitada, pero como bien dijo Manuel Castells [ii]:

 

Aceptar la transformación digital significa asumir que hemos cambiado para siempre la forma en que nos comunicamos, nos informamos, trabajamos, nos relacionamos, amamos o protestamos.

 

Algo así parece pensar la CNMC (Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia), que está elaborando un estudio enfocado a una posible regulación de la economía colaborativa, quien a base de disrupciones tecnológicas parece llamada a transformar los sectores tradicionales. El superregulador español en materia de competencia achaca la necesidad de este estudio a que “el desarrollo tecnológico ha hecho también posible la aparición de nuevas plataformas profesionales que utilizan las ventajas de Internet para proporcionar a los consumidores servicios más atractivos bajo ciertas circunstancias tales como buscadores, agregadores y comparadores de servicios de consumo, transporte, alimentación, alojamiento, etc.” Bruselas, por su parte, prepara también una nueva legislación para Uber, como ya hizo en su momento con Airbnb.

En palabras de Jose María Marín, presidente de la CNMC: “Hay que ser muy cuidadosos en el desarrollo de la ciencia. Prohibir es una herramienta excesivamente fácil antes estas nuevas aplicaciones que únicamente son fruto del desarrollo de Internet”.

Y es que si bien los futuristas de los 50 que esperaban coches voladores como clave de la revolución de la movilidad personal no acertaron, empresas como Bla Bla Car, Uber o Lyft sí lo han hecho. El futuro no ha llegado volando, sino en forma de app.

Quizá era el invento que le faltó al presidente Roosevelt cuando, durante la II Guerra Mundial, promovió el uso del coche compartido para combatir la escasez de combustible con estos letreros en clave patriótica.

 

coche compartido(FUENTE: Wikipedia)

 

Pero en esto de la economía colaborativa, no se trata solo de innovaciones, sino de factores sociales y económicos. La crisis ha ayudado, cierto, pero debemos tener en cuenta que sus mayores defensores constituyen el futuro del consumo. Así lo ha señalado la prestigiosa revista Forbes en su asociación entre la Generación Y o Millenials y la economía colaborativa.

Además, a diferencia de lo ocurrido a raíz de la 2ª Revolución Industrial, no se trata solo de una mecanización de procesos productivos, sino de un cambio total de sectores e industrias tal y como los conocemos.

Durante el último World of Business Ideas (WOBI) celebrado en Milán, el ex director de Recursos Humanos de Inditex, Jesús Vega, apuntaba al respecto que “es difícil combatir a empresas nacidas de la economía colaborativa con la cultura empresarial del pasado”. Por su parte, el consultor Mohanbir Sawhney, eminencia del e-Business, iba un paso más allá en cuanto a la importancia de adaptarse al nuevo terreno de juego:

 

 Hay que aprovechar las posibilidades de la hiperconectividad y no dejar que ésta nos robe nuestro negocio.

 

Como ven, esta vez no se trata, como en anteriores ocasiones, de poner en valor los efectos positivos asociados a la adaptación de las nuevas tecnologías por parte de las empresas, se trata de revisar el pasado para no repetirlo. Se trata, a fin de cuentas, de no llevar a las empresas tradicionales a ese cementerio al que la tecnología va guiando, cada vez más rápido, a quienes le dan la espalda quedándose obsoletos.

Para que el próximo réquiem no sea por ellas…«si no puedes con tu enemigo, únete a él”.

 

 


[i] Se conoce como Google Kids a los miembros de la Generación Z, es decir, los nacidos a partir del año 2000.

[ii] Según el Social Sciences Citation Index 2000-2009, Manuel Castells es el quinto académico de las Ciencias Sociales más citado del mundo y el académico de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) más citado del mundo.

 

 

 

Míriam Rey

Departamento Comunicación TrocoBuy

 

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